Un día a Lía, le colgaron una etiqueta, al principio era muy pequeña, pero a medida que pasaba el tiempo la etiqueta fue haciéndose cada vez más y más grande. Como la etiqueta era realmente fea, alguién decidió cambiarla de forma y de color, la colgaron adornos e incluso le inscrustaron piedras preciosas, pero la etiqueta cada día era más y más grande y más y más pesada. Y a Lía se le hacía cada vez más y más difícil de transportar.
LLoro con amargura, rabia e impotencia todos los días. El sistema actual ha tirado a Lía a la mar, sabiendo que no sabe nadar y que se va a ahogar, me ata de pies y manos para que no la pueda salvar. Ni siquiera puedo gritar. ¡Esta NO es la educación que quiero!.